Hoy en día es muy habitual encontrar mujeres de compañía ofreciendo servicios sexuales en Internet. Tanto en esta web, como en otros portales especializados pueden encontrarse decenas de anuncios de prostitutas en Manresa.
Sin embargo, hubo un tiempo en el que la prostitución en esta localidad estuvo en el punto de mira. La controversia se había generado debido al incremento de casos de SIDA en esta pequeña ciudad catalana.
La preocupación porque la población lo contrajera y enfermara de gravedad era latente. Tanto fue así que el Alcalde de aquel entonces, Juli Sanclimens Genescà, quien falleció a los 84 años de edad este mismo año, hizo unas declaraciones que alertaron a la población: “La mayoría de las prostitutas de Manresa son portadoras del virus del SIDA”.
Las consecuencias de las declaraciones de Sanclimens llegaron hasta tal punto de que los clientes se sintieran enormemente intimidados ante la posibilidad de tener un encuentro sexual con una meretriz.
Agrupar a las prostitutas en un único burdel
Para frenar la propagación del virus del SIDA, el por aquel entonces acalde de Manresa, dijo públicamente que había encontrado la mejor solución para terminar con los problemas sanitarios que conllevaba la prostitución callejera. Dicha solución pasaba por agrupar a todas las prostitutas de la ciudad en un único burdel en donde los clientes que acudían hasta ahí sabían a lo que se estaban exponiendo.
En 1987, cuando Sanclimens presidía la alcaldía de Manresa, se tenía registro de unas 30 prostitutas activas que ofrecían servicios sexuales en el casco antiguo de la ciudad. Esto conllevaba a que el burdel que proponía el recientemente fallecido alcalde de Manresa debía ser lo suficientemente grande como para poder agruparlas a todas y, además, la competencia entre ambas por hacerse por un cliente se presumía mucho más feroz que la que se producía hasta ese momento en las propias calles.
Las prostitutas, unidas, ante el ataque de Juli Sanclimens
Fueron años críticos para la prostitución en Manresa. Las prostitutas de aquel entonces decidieron que era el momento de dejar a un lado sus diferencias y unir sus fuerzas para afrontar a un enemigo común: “El alcalde de Manresa”, el cual según sus declaraciones las “había dejado sin trabajo”.
La prensa quiso conocer de primera mano qué tenían que decir al respecto las propias prostitutas. Entre los periódicos que quisieron recoger los hechos de primera mano se encontraba el diario El País, quien envió un periodista a cubrir la noticia. “Todas nosotras acudimos al médico cada mes para recibir controles, y siempre tomamos precauciones en materia de profilácticos con los clientes”, comenta la portavoz de las prostitutas, una mujer de apenas 32 años que es, visiblemente, la más veterana de todas las presentes.
“El alcalde les ha quitado el pan a nuestros hijos” lamenta poco después la meretriz que se siente profundamente afectada por las declaraciones del alcalde. “Tomaremos las medidas oportunas” amenaza justo antes de finalizar la entrevista.
Opiniones dispersas entre los vecinos de la zona
El presidente de la asociación local de comerciantes en ese momento, Agustí Cler, opinaba que las zonas en las que trabajaban las prostitutas no les suponían un gran agravio a los comerciantes ya que en las calles en las que ellas se movían no había tiendas. Sin embargo, consideraba que era de gran importancia tener un mayor control desde el punto de vista sanitario.
Por su parte, la vicepresidenta de la asociación de vecinos del casco antiguo de por aquel entonces, Montserrat Margarit, opinaba que existía un problema de orden público bastante importante y que había que tomar medidas drásticas para resolverlo. No obstante, no estaba muy segura de si la creación de un burdel que las agrupara era o no la mejor solución para la ciudad de Manresa.