La discriminación hacia la mujer sigue, por desgracia, muy presente en este siglo XXI, cuando ya deberíamos haber aprendido a dejar a un lado esas diferencias para pelear juntos por ser mejores. La igualdad todavía está lejos, aunque indudablemente se están dando pasos hacia ella, sobre todo en las últimas décadas. Hay una lucha mucho más evidente para el empoderamiento femenino, que busca erradicar cualquier tipo de discriminación que exista con respecto al hombre en todos los entornos sociales, culturales y también laborales. Y es que una de las mayores diferencias entre hombres y mujeres la encontramos precisamente en el tema del trabajo, en la manera en la que se enfocan las oportunidades de unos y otros, llegando incluso a afectar al sueldo.

Si bien la discriminación por sexo está penada directamente por la ley, cuando se trata de analizar casos dentro de empresas privadas la situación no es ni mucho menos sencilla, ya que no es tan fácil llegar a esa conclusión porque hay muchos parámetros que igualmente inciden en derivar en esa situación de discriminación hacia la mujer. Muchas empresas están empezando desde hace unos años a elaborar planes de igualdad, para conseguir que la situación se solucione de la manera más eficaz posible, atendiendo a los problemas que pueda haber en la propia empresa y a las posibles fórmulas para acabar con ellos y hacer que el entorno laboral sea mucho más igualitario. Estos planes no son obligatorios, pero es cierto que hacen algo muy positivo por esas empresas, tanto en su propio funcionamiento como de cara a la imagen que ofrece al resto del mundo, incluidos a sus propios clientes, demostrando ser una empresa igualitaria.

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La igualdad en la empresa

Llevamos décadas tratando de equiparar los derechos de mujeres y hombres, y aunque sobre el papel eso ya está conseguido, la discriminación hacía el género femenino se sigue haciendo muy patente en muchas empresas, en el propio mercado laboral. Los datos hablan por sí mismos. Las mujeres cobran, de media, un 16% menos que los hombres. La brecha salarial, incluso en trabajos del mismo tipo, es evidente. Y a eso hay que sumar la presión extra que muchas mujeres viven en sus entornos laborales, para que no se queden embarazadas, para que no tengan relaciones serias que puedan apartarlas de ese trabajo para criar niños, por no hablar del acoso laboral, mucho más extendido contra las mujeres que contra los hombres…  

¿Por qué un Plan de Igualdad?

La respuesta es sencilla: porque es necesario. Si entendemos que la situación que se vive en un entorno laboral no es precisamente equitativa para hombres y mujeres, si la brecha está tan clara, o hay algún tipo de discriminación, aunque no sea salarial, debemos ponernos manos a la obra para solucionarlo todo cuanto antes. No se trata solo de equiparar realmente esos derechos que tienen ambos sexos, sino también de crear un mejor ambiente en la propia empresa, donde cualquiera esté deseando venir a trabajar, tanto hombres como mujeres, porque saben que hay un trato igualitario en todos los sentidos. La sociedad camina de forma inexorable hacia la consecución de esos objetivos, y la empresa no puede quedarse atrás.

El plan de igualdad supone un paso adelante, en firme y con la total decisión no solo de entender el problema, sino de acometer las medidas necesarias para darle solución. Evidentemente, no todas las empresas necesitarán un cambio absoluto en sus formas de trabajo, porque la mayoría ya ofrecen un trato equitativo, aunque sea en parte, para hombres y mujeres. Pero no vale solo con eso. Hay que llegar a la igualdad total y real, para que todo funcione realmente. El plan de igualdad se desarrolla como una estrategia global y completa para detectar estos problemas, analizarlos y solucionarlos a través de cambios concretos en la empresa.  

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Cómo se hace un plan de igualdad en una empresa

El plan de igualdad se hace obligatorio para aquellas empresas que cuentan con un número medio-grande de trabajadores y parte de ellos sean mujeres. Es un plan global que comienza por analizar todos los departamentos de la empresa, sus condiciones, sus puestos, sus relaciones, para comprobar en qué situación están las mujeres que trabajan para dicha empresa, y si están sufriendo algún tipo de discriminación solo por su sexo. Ese análisis se suele llevar a cabo por parte de una auditoria externa, aunque la empresa también puede crear un comité con personas que trabajen allí, para realizarlo.

Una vez se hayan analizado todos los departamentos de la empresa y se conozcan los datos relativos al trabajo de las mujeres que allí se emplean, se compararán con los datos de los varones y se buscarán diferencias. En esta fase de análisis se deben tener en cuenta numerosos factores, para poder llegar a una conclusión clara y directa que nos permita atender a las soluciones que podemos llevar a cabo para implementar esa última fase del plan y conseguir que nuestra empresa sea más igualitaria en todos los sentidos. Se trata de un proceso que puede llevar meses, pero es necesario para un mejor funcionamiento de la estructura interna de la propia empresa.  

Quién aprueba el Plan de Igualdad en la empresa

El plan de Igualdad, sea desarrollado dentro de la propia empresa o con una auditoría externa, debe ser aprobado por el Consejo de administración de la empresa, o por el director de la misma, en última instancia, con la intención de aplicar sus conclusiones a su propio negocio, a través de mejoras de salario, cursos de formación, etc… La aplicación del plan se lleva a cabo por la propia empresa, aunque es cierto que la auditoria puede realizar un seguimiento durante unos meses, para comprobar que todo se está llevando a cabo conforme la ley y las propias soluciones aportadas. Es un proceso largo pero necesario, que nos hace caminar hacia el futuro.